martes, 28 de febrero de 2017

¿Por qué te pones ceniza?

POR QUÉ TE PONES CENIZA

tomado de: Mercaba.com 

Prácticamente se le asocia al polvo, simbolizando a la vez el pecado y la fragilidad humana. En el Antiguo Testamento también p
revalece esta idea. El pecador es ceniza (Cfr. Sab 15,10; Ez 28,18) Para simbolizar esto, el pecador se sienta sobre la ceniza (Job 42,6; Jon 3,6; Mt 11,21) y se cubre con ella la cabeza (Jdt 4,11-15; 9,1; Ez 27,30).
También ha sido empleada para significar la tristeza del hombre abrumado por la desgracia (Cfr. 2Sam 13,19) y, sobre todo, del hombre que se ve afligido por el luto y expresa así su nada (Cfr. Jer 6,26).
Ya desde el período de la “penitencia pública” y canónica los penitentes en la Iglesia antigua con frecuencia llevaron, sin duda voluntariamente, el cilicio y se cubrieron la cabeza con ceniza. Parece ser que desde los siglos VI-VII se difundió esta práctica al iniciarse la Cuaresma el miércoles anterior a su primera domínica. Es este día (Miércoles de Ceniza) los penitentes eran admitidos al “rito de la penitencia”. Tenían que hacer penitencia durante toda la cuaresma “con cilicio y ceniza”. Se les reconciliaba sólo hasta las proximidades de la Pascua, por ejemplo en Roma el Jueves Santo por la mañana.

En los siglos IX y X se da un gran desarrollo litúrgico en este aspecto. El obispo impone el cilicio y la ceniza a los penitentes y los despide fuera de la Iglesia. Parece ser que hacia el siglo XI la Iglesia romana extendió este uso no sólo para los penitentes, sino para la comunidad entera.

• Para algunas la ceniza es cosa de superstición, de suerte. Si no se la ponen piensan que alguna cosa mala les sucederá.
• Para otros la ceniza no solo sirve para alejar el mal, sino también para atraer el bien. Es una especie de “amuleto de la buena suerte”. Por eso insisten en que se les ponga hasta a los niños muy pequeños (‘ya tiene su patita de conejo, su ojo de venado y su ajo macho, pero por favor póngale ceniza... para que no se enferme’).
• Así como presumen un vestido o un reloj, quieren presumir su cruz. Por eso buscan la Iglesia donde se la hagan más bonita.
• Y hay quienes van “por si las moscas”, pues no saben lo que es y a veces ni tiene fe, pero se la ponen para librarse del mal o para obtener algún bien (‘yo, por aquello de no te entumas, pues si no me hace bien, tampoco me hace mal’).

Para evitar que cualquiera de las razones anteriores, te muevan a ponerte la ceniza sobre tu cabeza, reflexiona lo siguiente:.
• Cada año celebramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo.
• Pero no se trata solamente de recordar lo que le sucedió, sino de vivirlo junto con Él.
• ¿Cómo celebrar que Cristo padece y sufre por nosotros, si nosotros seguimos viviendo igual?
• ¿Cómo celebrar la resurrección de Cristo y su victoria sobre la muerte, si nosotros seguimos muertos por el pecado y no queremos nacer a una Vida Nueva de fe, de amor y de esperanza?
• ¿ Cómo celebrar que su resurrección es el inicio de la familia universal llamada Iglesia, si nosotros seguimos viviendo en nuestro egoísmo y no nos unimos en comunidad, en familia, para ayudarnos, para trabajar juntos, para buscar el bien, par hacer oración... ?

Para celebrar la pasión, muerte y Resurrección de Cristo, debemos prepararnos. A ese tiempo de preparación la llamamos Cuaresma, porque son cuarenta días en los que reconocemos, de una manera más profunda, que hemos fallado al amor de Dios y arrepentidos buscamos la manera de corregirnos. Por eso la Cuaresma es tiempo de oración, de reflexión, de penitencia, de ayuno y vigilia.
Lo importante es la disposición del espíritu; por ejemplo, si uno deja de comer carne, no es para darse un banquete con pescados o mariscos, sino para privarnos de algo que nos gusta, lo cual no necesariamente es material: cigarros, alcohol, televisión, pero también privarnos de hablar mal de las personas, ‘sacrificar’ nuestro tiempo para visitar enfermos, preocuparnos por el vecino, tener paciencia y amor con los ‘viejitos’ de la casa.

jueves, 11 de febrero de 2016

VUELVANSE AL SEÑOR

VUELVANSE AL SEÑOR 
MIÉRCOLES DE CENIZA
CUARESMA 2016
Jl 2, 12-18; Sal 50, 3-6. 12-14. 17; 2Cor 5, 20—6, 2; Mt 6, 1-6. 16-18
El día de hoy comenzamos este caminar hacia la celebración cristiana por excelencia: La Pascua, el paso de Dios por la vida de los hombres, un paso que redime y santifica y, por  lo tanto, nos comprometa a actuar con decisión en la vida. 

Son 40 días de preparación intensa dando testimonio de nuestro ser cristiano. Iniciamos recibiendo sobre nuestra frente el signo sacramental de la ceniza, con el que, entre otras cosas, declaramos que somos cristianos y damos testimonio de nuestra fe. La Iglesia nos propone el ayuno, la abstinencia, limosna y oración como un medio de ejercitarnos en el sacrificio, medio para alcanzar nuestra santificación. 


Por tal razón las lectura del día de hoy están encaminadas a la comprensión de tal sacrificio.Sacrifico que se enmarca en la capacidad de arrepentirnos, confiando en Dios y pidiendo perdón. El profeta Joel nos exhorta con estas palabras:  “Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en amor”, Desgarrar el corazón es el análisis de nuestra vida interior, hacer un examen de conciencia sobre lo que no hemos hechos bien, escudriñando aquello que obstaculiza nuestra crecimiento espiritual, quitado todo tipo de vicios que se “encarnan” en nosotros y a la larga solo dejan vacío y frustración; esta actitud sólo se asume si somos humildes, pues la humildad es la virtud que nos capacita a ponernos en el lugar que nos corresponde ante Dios y ante nuestros hermanos. Desgarrar el corazón es reconocer que nos hemos alejado de Dios y si Dios es fuente de amor, quizá podamos decir que hemos dejado de amar, esto representa un pecado grave pues cuando dejamos de amar nuestra vocación la vida pierde sentido. Por tal motivo, el Profeta dice: “vuelvan al Señor su Dios”, vuelvan a amar, recuperen el motivo de su vida, no se estanquen, ni se acomoden en el pecado como algo normal, sientan siempre la necesidad de Dios pues Él es la bondad en persona: “ Es misericordia”. 

martes, 12 de enero de 2016

¡MI CORAZÓN SE REGOCIJA EN EL SEÑOR!

¡MI CORAZÓN SE REGOCIJA EN EL SEÑOR!
Martes II del Tiempo Ordinario 
1Sam 1, 10-20; Sal: 1Sam 2, 1. 4-8; Mc 1, 21-28


La mejor oración
es disponer el corazón para que Dios actúe.
La antífona del salmo, nos da la pauta para comprender que en medio de las humillaciones propias de la vida, si sabemos pedir con fe, lo vamos a conseguir de parte de Dios y eso nos trae alegría, porque la alegría brota de la paz. El problema que muchas veces encontramos, es que no sabemos pedir lo que nos es provechoso; muchos son los que se acercan a Dios en medio de los problemas para encontrar una solución, pero su actitud es pesimista y no mueven ni  un dedo para conseguir su propósito. En ocasiones he escuchado a quienes piden, por ejemplo: “sacarse la lotería”, “conseguir un mejor empleo”, “tener un coche del año”, etc. Sin embargo se les olvida pedir bendiciones, prudencia y templanza, honestidad y generosidad; aquellas virtudes que nos capacitan para conseguir lo que tanto deseamos. Está bien que nos acerquemos a Dios y le supliquemos por nuestras necesidades, sin embargo, hay que saber pedir. Debemos tener claro qué es lo que más nos conviene en el momento, dejando atrás superficialidades que solo traen consigo egoísmo y vaciedad. 

Ana, nos da un ejemplo de suplica, acude al Templo, donde se encuentra el Arca de la Alianza, y allí eleva su oración, no sólo pidiendo, sino ofreciendo. Entendamos que cuando desahogamos nuestras vida en la presencia de Dios, nuestro espíritu se llena de regocijo y felicidad. Sólo si pedimos lo que necesitamos, Dios nos lo concederá en su Providencia. 


En el Evangelio podemos subrayar la actitud del Maestro: Enseña con toda plena autoridad, porque predica y actúa. En primer lugar lo vemos en la sinagoga de Cafarnaum predicando de una manera novedosa y sin prejuicios. Después, ante el asombro de quienes lo escuchaban, expulsa a un demonio que tenía esclavizado a un hombre desde hacía años. Dos modos de anunciar el Reino de Dios que se demandan entre sí: Predicación y Testimonio. Los cristianos de hoy debemos actuar así, con una predicación vivida, que en nosotros se vea realizada la acción de Dios, que los que no le conocen se sorprendan a ver nuestro modo de vivir ya que Cristo no sólo se predica, se contagia con nuestro modo de vivir. La sorpresa que el mundo nos exige es dar testimonio de lo que Jesús hace en nosotros y con nosotros. El mundo se sorprende cuando un cristiano actúa como Cristo. 

viernes, 25 de diciembre de 2015

¡HOY NOS HA NACIDO EL SALVADOR!


Recientemente me encontraba con una pareja de jóvenes esposos, el encuentro fue muy grato pues hacía años que no los veía. Después de un largo rato de una plática muy amena, ambos se vieron a los ojos fijamente y sonrieron; yo me extrañé aunque asumí que había algo que querían decirme, mi sospecha se hizo realidad; después de ese instante me dijeron: Queremos darte una sorpresa, -así, de qué se trata-, respondí sonriente; ellos se tomaron la mano con fuerza y con una sonrisa en los labios y los ojos llenos de alegría él tomó la palabra y lanzó una expresión que me dejo sin palabras: Hoy hemos descubierto que Dios nos ha mandado una bendición en forma de bebé, ella por su parte no pudo evitar derramar una lágrima de emoción pues he decir que sufrieron mucho para poder concebir; yo les abracé y les felicité solamente diciendo, demos gracias a Dios.

En la sencillez se muestra la grandeza de Dios
UN RECIEN NACIDO LLEGA A CASA


Tal escena pudiese parecer simple, ordinaria y sin mucho que decir. Sin embargo considero que tiene una rica propuesta para valorar el sentido de la vida. Cuando Dios se fija en el ser humano siempre le concede bendiciones, y más aún, cuando se trata del don irremplazable de la vida.  Este ejemplo también me hizo pensar en el tiempo que vivimos; nos acercamos a la Navidad, y en muchos hogares existe la sana tradición de colocar una representación del pesebre de belén, aquel lugar donde el Verbo de Dios se hace hombre y pone su morada entre nosotros (cf. Jn 1, 14); donde históricamente Aquel que no se aferra a su condición divina, sino que renuncia a lo que el suyo,  toma la condición de siervo (cf. Flp 2, 6-11) y se hace bendición para nosotros.

En estos días donde los cristianos conmemoramos el momento en que  un Recién Nacido llega a nuestros hogares y se convierte en la más grande bendición de todos los tiempos,  no podemos conformarnos con el sentido superficial que nos ofrece un mundo materialista, aquel que nos insita a gastar todo a cambio de muy poco, sino que debemos rescatar el auténtico sentido de contemplar el rostro de Jesús niño y aprender de Él el verdadero sentido de nuestra vida. A este respecto el Papa emérito Benedicto XVI nos ha dejado una bella reflexión, nos dice: «El obrar de Dios, en efecto, no se limita a las palabras, es más, podríamos decir que Él no se conforma con hablar, sino que se sumerge en nuestra historia y asume sobre sí el cansancio y el peso de la vida humana. El Hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre, nació de la Virgen María, en un tiempo y en un lugar determinados, en Belén durante el reinado del emperador Augusto, bajo el gobernador Quirino (cf. Lc 2, 1-2); creció en una familia, tuvo amigos, formó un grupo de discípulos, instruyó a los Apóstoles para continuar su misión, y terminó el curso de su vida terrena en la cruz. Este modo de obrar de Dios es un fuerte estímulo para interrogarnos sobre el realismo de nuestra fe, que no debe limitarse al ámbito del sentimiento, de las emociones, sino que debe entrar en lo concreto de nuestra existencia, debe tocar nuestra vida de cada día y orientarla también de modo práctico. Dios no se quedó en las palabras, sino que nos indicó cómo vivir, compartiendo nuestra misma experiencia, menos en el pecado.»


Es necesario en nuestro tiempo afirmar que la Navidad no es un tiempo que tradicionalmente está marcado en un calendario sino que es el tiempo propicio para reconocer con valor que las verdaderas reformas que necesita nuestra sociedad son aquellas que brotan de un corazón dispuesto a amar, ya que sólo en el Amor y amando podemos manifestar al mundo la realidad de Dios.  Sí, el Recién Nacido que contemplamos en Navidad ha venido a mostrarnos el verdadero camino para «arrancar» bendiciones al cielo; viendo en Él no sólo el autentico rostro del Creador sino el verdadero y original rostro del  ser humano. El rostro de la fraternidad,  del amor y de  la paz que tanta falta nos hace. Hemos de reconocer con fe viva que sólo abriéndonos a su gracia y siguiendo fielmente su camino podemos experimentar la realización de su proyecto sobre nosotros y con nosotros. Que el Recién Nacido que hoy llega a las puertas de tu corazón encuentre un lugar dispuesto para dar vida a los demás siendo signo de bendición en un mundo que tiene hambre de justicia.

sábado, 12 de diciembre de 2015

GUADALUPE, IDENTIDAD DE NUESTRO PUEBLO

GUADALUE, IDENTIDAD DE NUESTRO PUEBLO
SOLEMENIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE
Santa María de Guadalupe, protege a este pueblo tuyo que haz escogido como hogar. 
Año con año celebramos el aniversario de las apariciones de María de Nazaret, la madre de Jesús,  bajo la advocación de Guadalupe, nombre que Ella misma adopto para ser venerada, su nombre tiene un significado profundo, proviene del Náhuatl “Tlecuauhlacoupeu” que significa la que viene volando de la luz como el águila del fuego. Sin embargo no vamos a detenernos en el nombre, ni en los muchos signos teológicos que ella porta en su imagen. Lo que si vamos a tratar es la urgencia por volver al mensaje de Guadalupe pues, su deseo fue que todos tuviéramos un lugar donde experimentáramos  su amor, auxilio y consuelo. En momentos de angustia ella sale a nuestro encuentro y exclama: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?, ¿No soy yo tu salud?, ¿No estás bajo mi cuidado? Palabras que nunca se nos deben olvidar ya que en ellas encontramos un aliciente para continuar.

Además es preciso recordar que gracias a sus apariciones dos pueblos se unieron dando origen a uno sólo, que a lo largo de los siglos su imagen ha sigo el símbolo que da identidad a nuestro pueblo, comprensión sobre la dignidad de ser humanos y que nos hace a todos hermanos.

Patrona de nuestra libertad.
Los obispos de México en su carta pastoral por la conmemoración  del Bicentenario de la Independencia nos dicen: No fue fortuito el que el símbolo escogido por el movimiento libertario fuera el estandarte de Santa María de Guadalupe que años más tarde, sería proclamada por Morelos como “La Patrona de Nuestra Libertad” Ciertamente, sin el ingrediente religioso, este movimiento o no se hubiera producido o habría tomado otro  rumbo. Con tales palabras podemos entender que sólo gracias a la asistencia divina todos nuestros proyectos pueden encontrar un buen fin ya que cuando el hombre quiere prescindir de Dios, éste se pierde, volviéndose contra sí mismo y atenta  contra su libertad. Si en verdad queremos experimentar lo que significa ser libre no pretendamos escapar de nuestra realidad sino enfrentémosla con decisión sintiéndonos corresponsables de todos, asumiendo nuestro compromiso de bautizados, es decir, dar testimonio de nuestra fe y defendiendo los valores y derechos naturales que en el ser humanos están depositados. La Virgen de Guadalupe, nuestra Madre, nos enseña que para ser verdaderamente libres debemos acudir al dador de todos los dones: Su Hijo Jesucristo, pues es en Él donde podremos encontrar la solución a cualquier tipo de crisis. (Cf. Jn 2, 5ss)

Una autentica devoción

La autentica devoción guadalupana, no se reduce a una celebración sin sentido. El amor que como pueblo mexicano elevamos a la madre de Dios, debe  expresarse en la solidaridad para con el más necesitado, no ser indiferentes ante la situación de nuestro país, ni dejarnos llevar por el materialismo y consumismo, al contrario el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestra Madre es; como dijo el Papa Pablo VI, una constante y particular exigencia de auténtica renovación cristiana, la corona que ella espera, no es tanto una corona  material, sino una preciosa corona espiritual, formada con un profundo amor a Cristo y por un sincero amor a los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico… además un cristiano no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentran el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la humanidad siga estando marginada. Por ese motivo, en esta fiesta, hay que imprimir a la vida un marcado sentido social, ver en cada hombre un hermano, y en cada hermano a Cristo, de modo que el amor pueda redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre.

Miércoles de Ceniza 2017

INICIANDO EL CAMINO CUARESMAL. BENDICIONES.