SUBAMOS AL MONTE DEL SEÑOR
I Miércoles de Adviento
Is 25, 6-10a; Sal 22; Mt 15, 29-37
En la teología bíblica la figura del “monte” alude a la presencia de Dios en el Pueblo. Subir al monte significaba una disposición para encontrarse con el Creador; era gozar de su manifestación y recibir de Él su bendición.
Tomó en sus manos pan y habiendo dado gracias lo partió... |
Por tal motivo, las lecturas que hoy meditamos están encaminadas a ese tema en concreto. El profeta Isaías afirma que: “En el monte Sión, el Señor todopoderoso preparará para todas las naciones un banquete con ricos manjares y vinos añejos… En ese monte destruirá el Señor el velo que cubría a todos los pueblos…” (vv.6-7). Un banquete sustancioso es lo que Dios prepara para quienes confían en Él. Pero ¿cómo participar de aquél banquete? sencillo, despojándonos de todo aquello que nos impide ser libres: el egoísmo, la soberbia, la vanidad, la pereza, etc. Entendamos de una vez por todas que estar en la presencia de Dios es alimentarnos de su gracia. Gracia que nos capacita para ver las realidades de la vida con mayor claridad y con más esperanza.
Asimismo, en el Evangelio encontramos al Señor Jesús obrando prodigios desde un monte y el mejor de los tales es que alimentó a una multitud. Tres aspectos de este relato evangélico podemos subrayar:
- Jesús siente compasión (v. 32): Sabe de la debilidad humana y nos mira con compasión, conoce lo que sufrimos y nos consuela; nos atiende con misericordia no importándole cuales sean nuestros pecador.
- Multiplica lo que tenemos si lo ofrecemos con amor (v. 34): Siete panes y unos pescaditos, ¿que era eso para tanta gente? quizá si nos analizamos podemos observar que es muy poco lo que tenemos para ofrecer, pero aún eso poco el Señor lo multiplica; las capacidades que poseemos, cuando las ejercemos en beneficio del prójimo redundan en bienestar para todos.
- Mandó que se sentaran en el suelo (v. 35): para ser testigos de los prodigios del Señor, encontramos la doble vertiente, subir, como ya dijimos, para estar en su presencia, pero también es bajar, sabiéndonos necesitados y ejercitándonos en humildad.
Cómo culmen de nuestra nuestra reflexión encontramos el v 36 que podemos interpretar como una alusión clara de la Eucaristía; qué otro banquete es más benéfico para el ser humano sino el hecho mismo de alimentarse de su Dios. Hoy nuestra sociedad debe virar su rumbo y descubrir que sólo en Dios se encuentra aquello que más necesita.
Oración:
Misionero del Padre, tú que siendo obediente haz traído al mundo un mensaje paz en tu Advenimiento; queremos subir a tu presencia y estar junto a ti para alabarte y rehacer una alianza contigo. Ayúdanos a perseverar en este propósito, remedia nuestras enfermedades y sácianos con tu pan, pues reconocer que sólo así podremos experimentar una felicidad auténtica.
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