jueves, 10 de diciembre de 2015

EN NUESTRA PEQUEÑEZ SE MUESTRA LA GRANDEZA DE DIOS

EN NUESTRA PEQUEÑEZ SE MUESTRA LA GRANDEZA DE DIOS

II Jueves de Adviento

Is 41, 13-20; Sal 144, 1. 9-13b; Mt 11, 11-15

El hombre descubre su grandeza
cuando se pone de rodillas ante su Creador
La imagen que utiliza el profeta en la lectura de hoy me hace pensar en la “insignificancia” del ser humano respecto a la grandeza de la Creación. Si somos sinceros qué podríamos representar frente a la infinitud del universo. Y sin embargo, el Creador de todo se fija en cada uno de nosotros, sencillamente porque nos ama: “Porque yo, el Señor tu Dios tele tomado de la mano; yo he dicho: ‘No tengas miedo, yo te ayudo.´ `Israel, pueblo de Jacob,por pequeño y débil que seas no tengas miedo; yo te ayudo. Yo soy el Dios Santo de Israel, soy tu redentor.” (Is 41, 13-14)  

Estas expresiones nos comprometen a trabajar en la humildad pues esta virtud nos capacita para conseguir el Reino de Dios. Así lo leemos en el Evangelio con el ejemplo de Juan el Bautista, con su personalidad dio a conocer la misericordia de Dios. 
No cabe duda que el Señor nos quiere esforzados sin ser pretensiosos, egoístas y soberbios. Viene a mostrarnos su gracia, en medio de tanto dolor,  y nos invita a percibirlo en la sencillez. Al mundo de hoy le hace falta humildad, reconocer que por sus propios méritos no va a conseguir los anhelos más profundos del hombre ya que ninguno alcanza la felicidad verdadera aunque posea todas las riquezas de la tierra. 
Si hoy queremos un mundo mejor, es indispensable comprender que en Dios recae nuestro esperanza pues Él siempre se mantiene firme para ayudarnos; solos no podemos, necesitamos que el Creador salga en nuestro auxilio y por eso se asume nuestra humanidad para decirnos que para alcanzar los bienes celestiales, es necesario abajarse reconocer nuestra pequeñez, pues mientras más sencillos la grandeza de Dios es más evidente. 

Oración 

Oh Jesús tú que vienes a mostrarnos el camino de la felicidad, ayúdanos a no desear grandezas que superen nuestras capacidades sino sencillamente a buscar la santidad que esperas de nosotros. Mira nuestra insignificancia y ven pronto a salvarnos. Somos débiles pero nos ponemos ante tu presencia para recibir de ti la ayuda necesaria para construir tu Reino en medio de los hombres. 


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