martes, 18 de noviembre de 2014

¡NECESITAMOS UNA NUEVA REVOLUCIÓN!


Se acercan los denominados festejos por la Revolución; se nos ha hecho saber, a través de muchos medios, el reconocimiento de aquellos personajes de la historia que, en determinado momento, quisieron revolucionar la sociedad a base de armas y violencia, de aquellos que quisieron dar paz y seguridad a base de guerra. Ellos  bien o mal lucharon por sus ideales y los defendieron hasta dar su vida.

En pleno siglo XXI la exigencia es otra, nuestro pueblo no necesita “pan y circo” para tenerlo contento, la urgencia verdadera radica en soluciones que respondan a nuestro tiempo. No buscando  culpables a estas alturas y  criticar absurdamente. Ya no más impunidad e injusticia. Ya no más discursos y más acción para esclarecer la verdad.  Para lograr tal cometido es necesario deternos un poco y asumir con responsabilidad la parte que nos toca en la sociedad, construyendo, ya  no con armas y guerra, una historia que verse en la integridad del ser humano y en la construcción  de la autentica libertad interior esa que plenifica al hombre y lo hace feliz.

Es aquí donde el  cristiano sabe que no se puede quedar cruzado de brazos viendo como tantos mueren por falta de alimento, hablo no sólo del pan material sino con más urgencia del Pan que nos se agota: el alimento espiritual. Es preciso además que vivifiquemos el mandamiento del amor (cf. Mt 22, 37-39) pues ahí radica la revolución que necesitamos; una revolución que sacuda las conciencias y que reviva las esperanza, un movimiento de hombres y mujeres que no se dejen llevar por lo meramente temporal sino que trasciendan y luchen por defender su parte espiritual.  Podríamos pensar pesimistamente y encerrar el concepto del amor en una simple utopía que se consume en mero sentimiento, podríamos pensar que el amor es una simple alocución que disfraza la realidad o que por momentos resulta ser un “analgésico” que quiere curar un cáncer profundo que ya no tiene remedio.

 Sin embargo para  los que sabemos con certeza que existe un Dios que no es un simple concepto vacio sino una realidad, El amor es algo más profundo que sólo se entiende cuando se vive; estamos convencidos  que el autentico amor no se regula con leyes humanas pues es una ley divina inscrita en el corazón del hombre en cual necesita ponerlo en práctica dándose  por completo a imitación del Misionero Divino.

A este respecto el Papa Benedicto XVI en su encíclica “Caritas in Veritate” dice: «El amor es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta. Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre. Por lo tanto, defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de amor.»(No 1)


Nos corresponde entonces decidir qué vamos hacer en nuestro tiempo, no podemos esperar a que otros solucionen lo que a cada uno de los que formamos una comunidad nos toca realizar, es momento de revolucionar nuestro entorno a base de esfuerzo, solidaridad, respeto, humildad, pero sobre todo caridad, pues ésta última encierra todas las virtudes que personalizan al ser humano y lo hacen vivir en plenitud, sabiendo además que si ve vive en la caridad se vive en Dios pues Dios es Amor. (Cf. 1Jn 4, 8)

¡Vivamos una auténtica revolución!



Hno. Carlos Agustín Cázares, msp

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