Hno.
Carlos Agustín Cázares Mtz., msp
¡Voy a misa cuando me nace…!, católico,
católico… más bien creyente, voy a misa porque así me lo inculcó mi madre…
Estas y otras frases parecen ser recurrentes entre los bautizados. Sobre todo
en quienes se consideran católicos sólo de tradición; sólo de domingo.
El ser católico
Pero, ¿Qué
significa ser católico? La respuesta es muy sencilla pero en sí misma conlleva
una gran responsabilidad. Empecemos diciendo que el término «Katholikos-Catholicus»
–griego y latín respectivamente- significa universal; evoca el sentido
abarcante e incluyente de la misión de Jesucristo: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn
10, 10) y esa vida no es sólo para unos cuantos sino para todos los que se abran con sinceridad a encontrarse con
el Maestro. En Cristo se revela Dios en plenitud, sale a nuestro encuentro con
amor (cf. Lc 15, 20); se hace hombre, vive entre nosotros, nos muestra su gloria abundante en amor
y verdad (cf. Jn 1, 14); nos
indica el camino para ser felices (Mt 5, -12) y nos envía a darlo a conocer: «Vayan, pues a la gentes de todas las
naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que e les he mandado
a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo.» (Mt 28, 19-20; cf. Mc 16, 14-18; Lc 24, 36-49; Jn 20, 19-23). Por
lo tanto podemos concluir esta primera parte diciendo que ser católico es ser
bautizado en la Iglesia, ser discípulo-misionero dando testimonio en nuestro
diario vivir.
Es una acción de gracias
Ahora bien,
si conocemos el verdadero sentido de ser católico, comprenderemos que no sólo debemos
ir a escuchar Misa, sino a participar de ella, adentrarnos al misterio de los
eterno y gozar de la alegría que nos da alimentarnos de la Palabra y del
banquete Eucarístico. NO sólo seamos católicos de domingo, aquellos cristianos
de a pie que de ordinario dedican un tiempo para ir a misa porque se sienten
obligados a cumplir con el precepto, si no más bien, comprendamos que la misa es tiempo de Dios, es encuentro
con el Dador de la vida, es conmemoración del misterio de nuestra redención; no
es una representación sin más; Es el Dios Eterno que viene a la temporalidad
del hombre para hacerle comprender el verdadero gozo de tener vida, «pues sólo el que come su carne y bebe su
sangre tendrá vida eterna» (cf. Jn 6, 25-59).
Ite missa est
Llamados a cumplir una
misión. Cuando la Misa se celebraba en latín la frase de despedida era: ite missa est que significa, a groso
modo: vayamos a cumplir nuestra misión. En la liturgia actual hay otra formula
de despedida que bien resume lo que hemos de hacer después de celebrar: «vayamos a vivir lo que aquí hemos
celebrado». No debemos nunca disociar nuestra fe y nuestras obras, deben
siempre estar en sintonía. Demostrar que se es cristiano católico siempre y en
cada momento, no sólo un día a la
semana, sino que en medio de las preocupaciones de la vida, Dios siempre se
interesa en nosotros (cf. 1P 5, 7). Ser cristiano es ser católico, vivamos con
constancia lo que profesamos.
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