En la presencia de Dios
Is 25, 6-10a
Sal 22
Mt 15,
29-37
La figura del monte es imagen de
la presencia de Dios. El Señor Jesús sube a un cerro, sube a la presencia de su
Padre y desde allí sana a los enfermos. Pero para que esto sea posible es
preciso salir de nuestro egoísmo y sabernos necesitados; la gente llevaba –dice
el texto- hay que presentarnos ante el Señor tal como somos, con nuestras
miserias, con nuestros pecados y también con nuestros dones y talentos. Los
primeros para que sea Él quien los sane y nos convierta en cera blanda que
pueda moldearse a la perfección, los segundos para que los multiplique y de con
ellos bendiciones a los demás.
Sólo en la presencia del Señor se comprueban los milagros y se multiplican los dones |
Ya llevaban tres días (v. 32)
–los mismos que pasó en el sepulcro el Señor- estaban sin fuerzas, probablemente
cansados de tanto esperar y sin algo para comer; Jesús siente compasión y le
pide a sus discípulos que sean ellos quienes repartan aquellos panes que había
multiplicado. La imagen es real y concreta, Jesús siente compasión, se hace uno
con el que sufre, y lo llena de su presencia. El Señor realiza aquello que el
profeta habia anunciado: En el monte
Sión, el Señor todopoderoso preparará para todas las naciones un banquete con
ricos manjares… (Is 25, 6) Es el banquete de la Eucaristía, donde Dios se
da sin reservas y donde el hombre encuentra la salud a todas sus enfermedades. Después
de haber estado tres días sin comer y sentir el desfallecimiento, viene la
vida, la resurrección, el momento propicio para comprender que la vida
encuentra su fundamento cuando nos acercamos a Dios.
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