Hno. Carlos A. Cázares, msp
En nuestros días encontramos a
algunos jóvenes que viven despreocupados por las necesidades que vive la
sociedad, los problemas y las crisis no les afectan en lo más mínimo, si por
algún motivo se encuentran en alguna dificultad ignoran la situación y
continúan acomodados en su vida ordinaria. Creen tener todos los derechos del
mundo, pero no prestan atención en sus responsabilidades, siempre creen tener
la razón, no se les puede contradecir pues piensan que en ellos radica la
verdad. Por otro lado si en algún momento algún familiar o amigo les quieren
brindar un consejo, estos se ofenden y se cierran a todo tipo de ayuda.
Dichas
características las encontramos en aquellos que forman parte de la denominada
“Generación Ni-Ni” llamada así porque algunos jóvenes a partir de los quince
años ni trabajan, ni estudian, ni hacen nada por salir
adelante, ni mucho menos le encuentran sentido a su vida, pero eso si se
sienten dueños del mundo.
En este
sentido, diremos que esta tendencia no se busca conscientemente, si así fuera entonces el problema es mayor.
Caer en ella es fruto de
algunas ideologías que se imprimen
en los ambientes donde el hedonismo predomina, se ignora el valor de la vida y
se pierden todo tipo de ideales. Encontramos
además que la depresión, la
ansiedad, la angustia y la desesperación son otros factores que influyen al
respecto. No obstante el origen de
este mal radica en algo más profundo: la falta de reflexión, la pereza mental,
el sinsentido de la vida y sobre todo la falta de Dios. Si el joven pierde de
vista que ha sido constituido con la capacidad de ser feliz, si le domina el sentimentalismo y, en el peor de los casos, se deja llevar por algunas “mentes dominadoras” que le roben su
libertad entonces las consecuencias son graves, pues se pierden las ganas de
vivir.
Ante tales circunstancias es
sumamente necesario, en primer lugar, saber orientar a quien ha caído en este
tipo de mentalidades, no juzgando y agrediendo sino mostrando que en la vida
existe un motivo para salir adelante, trabajar y ser feliz. En segundo lugar es preciso buscar ayuda
profesional si el caso raya en alguna enfermedad psicológica. Además es
fundamental acudir a una asistencia espiritual, se dice que en Dios está la solución
a todos los problemas, pero también es cierto que Él no actúa si no hay
disposición de parte de nosotros, san Pablo dirá: «El que no trabaje que no coma.» (2 Tes 3, 10)
Hasta este momento mencionamos la parte espiritual no porque
debamos prescindir de ella, todo lo contrario, es tan esencial que debe ocupar la parte primordial, pero
todo tiene un orden y un proceso, se inicia en lo básico y se confluye en lo
máximo. El joven que ni trabaja, ni estudia, ni hace algo por construir su
bienestar necesita ante todo reconocer que la falta Dios, cuando lo haga abrirá su interior, experimentará
una renovación profunda, una vida nueva y sobre todo la asistencia divina ya
que cuando se da paso a Dios entonces entra el amor, pues bien lo dice san Juan
«Dios es amor»
(Cf. 1 Jn 4, 8). Si se
ama entonces se es capaz de todo, el amor es la donación total de nuestro ser, concluimos
entonces que en el ejercicio del amor radica el sentido de la vida.
Al respecto el Papa Benedicto XVI nos
recomienda: «Para descubrir el proyecto de vida
que puede hacerlos plenamente
felices, pónganse en escucha de
Dios, que tiene su diseño de amor sobre cada uno de ustedes. Con confianza, pregunten:
“Señor, ¿cuál es tu diseño de Creador y Padre sobre mi vida? ¿Cuál es tu
voluntad? Yo deseo cumplirla”. Estén seguros de que les responderá. ¡No tengan
miedo a su respuesta! “Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo” (1
Jn 3, 20). Además les exhorto a no olvidar esta
perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios
nos ha creado para estar con Él, para siempre. Ésta les ayudará a dar un
sentido pleno a sus elecciones y a dar calidad a su existencia.»
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