En cierta
ocasión un profesor empapado y convencido de sus valores cristianos llego a
impartir su clase a un determinado grupo de alumnos, éste al darse cuenta de
que en el ambiente existía una cierta indisposición para escucharlo dijo: “se
que no les interesa saber de Dios y que les suena retrograda y aburrido hablar
de valores y de virtudes en estos tiempos, pero les pregunto. ¿Alguno tiene
automóvil propio?” todos extrañados por esta pregunta al parecer fuera de contexto,
se veían unos con otros y hacían señas de admiración; sin embargo la respuesta
no se hizo esperar, varios levantando la mano dijeron: “si” a lo que el
profesor dijo: ¿lo cuidan? Con la
misma admiración dijeron “si” sin demorar lanzo otra pregunta ¿serian capaces
de confiar su automóvil a una persona ajena a su confianza? A lo que exaltado
un alumno tomo la palabra y dijo: qué relación tiene esta serie de
interrogantes con el objetivo de su clase; además con una actitud retadora
añadió: cómo cree usted que voy a confiar algo tan valioso, que me ha costado
mucho dinero, a una persona que ninguna relación tiene conmigo, eso es absurdo.
El profesor con una mirada serena observo a cada uno de los presentes y dijo:
entonces ¿Por qué confías tu cuerpo a alguien que no tiene nada que ver
contigo? ¿Por qué desgastas tu vida en la nada? ¿Por qué te entregas a lo que
te ofrece un placer momentáneo?-Y prosiguió lanzando una preguntas más
profunda- ¿Qué es más valioso? Tu dignidad o tus cosas materiales, a tan semejante
pregunta todos se quedaron sin palabras porque sabían que de alguna manera se
habían entregado a la moda del placer.
Esta sencilla
anécdota nos da la pauta para
descubrir que en un ambiente pansexualista al que la mayoría de los jóvenes están expuestos se llega a
caer en un sinsentido de la vida por que se reduce la sexualidad a una mera
genitalidad conducida a la
excitación sexual que se desencadena en un goce momentáneo, sin darse cuenta
que pierde el sentido de trascendencia de una relación hombre-mujer ya que son
usados como un simple “objeto de consumo” porque se exhibe la figura de una
persona semidesnuda con el único afán de presentar un “intenso placer”
enriqueciendo así sólo el egoísmo de unos cuantos.
A este respecto
el Cardenal Paul Poupard al hablar de la “emoción” dijo: «conocer el modo menos
doloroso y más veloz de gozar un instante, se vuele una máxima sapiencial de
nuestra era. Lo fugaz, lo contingente, la veleidad y lo transitorio sustenta
ahora la estructura de la razón y dela voluntad, y el ser, la entidad, no
aparece sino exclusivamente en los rasgos del sentir. Los bienes inmediatos y
verdades pasajeras conforman ahora el paisaje delo contemporáneo, un paisaje
netamente polifacético».
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